Entre intervenciones de los bomberos para revisar desperfectos en casas, las fachadas y las escuelas, los vecinos de Bagnoli, uno de los municipios más afectados por el seísmo de magnitud 4,4 que afectó esta madrugada la periferia de Nápoles (sur de Italia), muestran su preocupación por el temor a nuevas réplicas.
EL terremoto se sintió a la 1:25 del jueves. El epicentro fue registrado por el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (Ingv) a dos kilómetros de profundidad frente a la ciudad de Pozzuoli. Fue el seísmo más fuerte en los Campos Flegreos de los últimos cuarenta años, junto con el del 20 de mayo de 2024.
“La sacudida fue terrible”, explica a Efe María, residente de Bagnoli, mientras le cuenta a una vecina que el temblor la pilló en su casa junto a su familia, y aunque su apartamento no sufrió daños, duda si permanecer esta noche en casa o buscar otro sitio en caso de que haya más réplicas parecidas al fuerte seísmo.
“Fue uno de los peores”, añade esta madre de familia en las calles de este municipio de la periferia de Nápoles, muy cercano al epicentro del terremoto y sobre la caldera volcánica de los Campos Flégreos, donde se suceden los temblores al fenómeno del ‘bradisismo’, que aumenta el nivel del suelo en función del gas y magma acumulado en las profundidades.
Otro residente, Cosimo, explica a Efe que están “habituados a ello” y, aunque se muestra preocupado por la contundencia del reciente seísmo, asegura que por ahora en su edificio solo se habían hallado ciertas grietas, sin que desperfectos de gravedad.
Durante el día, después de que se iniciaran tareas a primera hora para recoger los escombros, los bomberos estaban presentes en muchos puntos del municipio. Un grupo de ellos, con una grúa apoyada de una de sus camionetas, recogía en una fachada los trozos de piedra y cal que dejó una grieta que el seísmo produjo entre dos edificios.
Sin embargo, según señalaron varios bomberos, en ninguna de sus intervenciones han identificado por ahora daños estructurales, lo que da cierta tranquilidad también a vecinos, y algunos, como Cosimo, optará por quedarse en casa otra noche más.
Elisa Prisco, una joven fotógrafa de Bagnoli, decidió pasar la noche en casa, pese al susto por el seísmo, y dice que seguirá en su domicilio si los enjambres sísmicos no empeoran, aunque remarca que otros vecinos están preocupados y no quieren dormir en sus hogares.
Muchos residentes se han reunido en el centro del municipio y comentan la situación a poca distancia de la iglesia de Santa Ana, uno de los templos más antiguos del pueblo, que sufrió desperfectos en su campanario por el terremoto.
En opinión de Prisco, igual que otros vecinos que están con ella, las autoridades “reaccionan tarde” ante un fenómeno que presente en la zona desde hace décadas, cree que no hay mecanismos de emergencia bien preparados y percibe una desatención estatal que dura años.
“Aquí ha habido cierto abandono del Estado”, que no actuó siempre a tiempo ni tomó las prevenciones necesarias, lamenta Prisco.
En la propia localidad de Bagnoli hay una antigua sede de la OTAN vacía y que los vecinos pidieron que se habilitara como espacio de acogida ante el seísmo. Ante ello, el Ayuntamiento de Nápoles aseguró este jueves que está activando el lugar como zona permanente de recepción.