Lamine culmina el júbilo del Barça

La exquisitez y la frialdad de Lamine Yamal culminaron una jornada de júbilo azulgrana en Yeda. A la euforia de Laporta, desatado por la cautelar concedida a Dani Olmo y Pau Víctor, siguió una actuación virtuosa de la figura del Barça. Una derrota hubiera afeado el gesto de un presidente que necesita de las victorias del equipo para mantener su afrenta a LaLiga y a la Federación. Lamine se encargó de tramitar delicadamente el pase a la final de la Supercopa ante un Athletic tan jovial como inocente y equívoco en las áreas, mermado por las ausencias y abatido después de una racha de 15 partidos invicto desde su caída en octubre en Girona.

ATHAthletic

0

Unai Simón, Íñigo Lekue (Óscar De Marcos, min. 62), Dani Vivian, Aitor Paredes, Yuri Berchiche, Alex Berenguer (Nico Serrano, min. 72), Mikel Jauregizar, Iñaki Williams, Beñat Prados (Mikel Vesga, min. 62), Unai Gómez (Álvaro Djaló, min. 79) y Gorka Guruzeta (Nico Williams, min. 62)

BCNBarcelona

2

Wojciech Szczesny, Jules Koundé, Alejandro Balde (Gerard Martín, min. 82), Iñigo Martínez, Pau Cubarsí, Pedri, Marc Casadó (Eric García, min. 82), Gavi (Frenkie de Jong, min. 72), Lamine Yamal (Fermín López, min. 62), Raphinha y Robert Lewandowski (Ferran Torres, min. 72)

Goles 0-1 min. 16: Gavi. 0-2 min. 51: Lamine Yamal

Arbitro Miguel Ángel Ortiz Arias

Tarjetas amarillas Berenguer (min. 49), Unai Gómez (min. 75)

Los azulgrana gravitan alrededor de Lamine. El extremo atrae la pelota y orienta el juego con el exterior de su pie izquierdo, excelente con sus cambios de orientación y decisivo en sus movimientos para facilitar la profundidad de Koundé y la percusión de Raphinha. El brasileño es un demonio por su facilidad para atacar el espacio y el balón, muy difícil de tapar y marcar, también para una zaga sorprendentemente vulnerable como la del Athletic. Raphinha no acertó en un remate forzado y en cambio facilitó acto seguido el gol de Gavi con una recuperación del cuero al que le dio continuidad Balde. El volante llegó rápido y certero al centro del lateral por el costado de Lekue.

El gol subrayó la llegada y pegada del Barcelona, superior en ocasiones, más sometido en el juego por el Athletic, insistente por el costado izquierdo con Yuri y Berenguer, un tormento para Koundé. Aunque el Athletic apretaba, su volumen de juego no tenía punto final, excesivamente retórico o poco clarividente ante Szczesny, igual de nervioso que Unai Simón. La precipitación podía a los dos equipos en un partido tenso, divertido y muy abierto, incapaz en cualquier caso de seducir a la afición si se tiene en cuenta las muchas localidades vacías del estadio de Yeda. Los barcelonistas, en cualquier caso, pasaron de ser los protagonistas del choque a estar más pendientes del Athletic.

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Al descanso se llegó con una muy buena oportunidad de Iñaki Williams, tapado por Cubarsí y Szczesny, después de que hubiera empezado en la meta de Unai Simón. La carga rojiblanca era constante y no había réplica del Barça. El juego azulgrana no tenía continuidad, condicionado seguramente por la ausencia de Olmo. El volante es el eslabón perdido, el jugador que da sentido a la idea de Flick y cuya presencia permite que cada jugador recupere su puesto natural y su mejor versión, desde Cubarsí a Pedri. La línea de pase se pierde, la zaga pasa a ser exigida y el portero tiene que intervenir con frecuencia, como constató Szczesny, que respondió a la titularidad concedida por Flick por una desatención de Peña.

El portero titular se confundió al parecer con el horario de la sesión de activación previa al partido y el entrenador no soporta la impuntualidad como ya se vio también con Koundé. Szczesny mantenía su arco cerrado mientras Raphinha continuaba errático en el momento de armar el tiro ante Unai Simón. No falló en cambio Lamine en una jugada armada a partir de la anticipación de Iñigo Martínez. La pelota tocada por el central pasó por Pedri y Gavi antes de llegar a Lamine, excelente en la pausa, el control, el giro orientado y la definición para poner el 0-2. El 0-3 no llegó poco después porque se equivocó por poco Lewandowski. Las recuperaciones y las transiciones auparon al Barcelona.

El marcador provocó la intervención de Valverde. El Athletic ha dado un salto de calidad inequívoco desde la conquista de la Copa. Todavía depende, sin embargo, de futbolistas que marcan la diferencia como Nico Williams, víctima de un golpe en un tobillo, y necesitado también de jugadores indetectables como Sancet. Valverde tuvo que medir mucho la alineación que sacó en el mismo escenario en que en 2020 se acabó su carrera como entrenador del Barcelona. La salida al campo de Nico coincidió curiosamente con la retirada de su amigo Lamine. Los azulgrana se desenchufaron al tiempo que se inflaban los vascos y Flick acabó por sustituir como ya es costumbre a Lewandowski.

El Barça perdió el sitio en la cancha, empezó a conceder campo y pelota, y las llegadas se sucedieron en el área de Szczesny. El error de costumbre de De Jong acabó con un gol de Iñaki Williams que fue anulado por la intervención del VAR. La jugada provocó la dimisión del Athletic, tan esforzado como fatigado, falto de acierto frente a un Barcelona resolutivo más que convincente, condicionado por Lamine. La reaparición del extremo coincidió con la ausencia del descartado Ansu Fati en un partido muy delicado para Flick por la presión que supone la afrenta de Laporta.

La carga emotiva de la contienda pesó en la cita de manera que la tensión y la concentración se impusieron a la fluidez y la brillantez en el Barcelona. Incluso la decisión de Flick con el cambio de portero por una falta de puntualidad añadió más intranquilidad al partido antes de que se impusiera la sobriedad de Szczesny.

Los barcelonistas, que nunca supieron regular sus esfuerzos, actuaron pendientes del marcador, liberados por los goles y también por el desatino del Athletic, menos bravo que el de la Liga. La final se supone que exigirá a un equipo más estable después de cerrar provisionalmente la situación de Olmo y de Pau Víctor. Todo es muy precario todavía en el Barça.

Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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