Javier Aznar: Una mantita en el infierno

El Real Madrid pasó a cuartos eligiendo el camino más complicado posible: como visitante, por penaltis, tras encajar un gol en el segundo treinta, habiendo fallado un penalti durante el tiempo reglamentario y sin que su portero llegase a parar ninguno en la tanda final. … Es fascinante cómo el equipo blanco termina sobreviviendo de la manera más inverosímil. Parece que se hubiera propuesto arruinar a las casas de apuestas y a las de marcapasos. Pero tiene un instinto de supervivencia en Europa admirable. Puede aguantar tormentas, terremotos y tsunamis. Se adapta a las situación más incómoda posible hasta llegar a sentirse cómodo. El equipo de Ancelotti, ya lo hemos dicho alguna vez, al tercer día en el infierno te pide una mantita.

El penalti fallado por Vinicius fue un resumen de su año: tan atrevido como descentrado. El brasileño ya estaba pensando en clavarlo por la escuadra y celebrarlo delante del Frente Atlético antes siquiera de colocarse a tirarlo. Pero meterlo de esa manera requiere una conjunción de detalles muy precisos. Tiene un poema precioso Javier Velaza, reciente Premio Loewe de poesía, que habla de los clavadistas, esos saltadores que son todo impulso, torsión y técnica. Recuerda, solo tienes un intento. Un exceso de ímpetu puede desbaratar todo el resultado final. Y así acabó siendo, parecido a aquel de Sergio Ramos contra el Bayern de Múnich que se fue a las nubes.

Pero el destino, con su particular sentido del humor, quiso que al final el de Vinicius terminase siendo el penalti fallado menos dramático de toda la noche en el Metropolitano. Julián Alvárez sufrió la pesadilla de cualquier futbolista: un inoportuno resbalón en el momento decisivo de ir a lanzar un penalti (que encima termina entrando), y que luego es invalidado por un error de forma. Terrible. Sin querer sonar a abuelo cebolleta, uno tiene la impresión de que los futbolistas actuales se resbalan más que nunca. También Correa se escurrió al siguiente penalti y fueron varios los jugadores que se estuvieron cayendo durante todo el partido (Mendy parecía que llevaba patines de línea en vez de botas). Resulta asombroso que los clubes midan hasta al milímetro a sus jugadores en busca de una perfección inalcanzable y luego se descuiden estos detalles que pueden resultar fatales. Desconozco si es por un tema de los tacos de las botas actuales o por un exceso de riego del campo. Pero la realidad es que la fijación sobre el césped suele brillar por su ausencia. Y si algo nos enseñó Pirelli es que la potencia sin control no sirve de nada.

Otro cruce tan trágico como emocionante entre Atlético de Madrid y Real Madrid. Otra noche europea inolvidable. Honores para un buen Atlético, laureles para un Madrid indestructible. Cómo no te voy a querer, cómo no nos van a odiar.

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